A veces, en los momentos
cumbres de impotencia, se inhala un vaho
repentino que hace cargar nuestras venas de
dinamita . Un picor callado toma cuerpo en nuestro
estómago, y a sacudidas impasibles, va adueñándose de la
mente. Hierve bajo la piel la sed maldita del pasado
y el óleo negro del futuro. Saber, no es más que
aceptar la cruel espada del invicto; reconocer que es inútil
la batalla desigual contra un ejército de
titanes; sus armas tienen el color maldito
del dinero y la tuya no es más que un corazón dañado por
los mistrales de la sierra.
Piensas que algo grande
va a salir de tus adentros, algo que pide paso en tu
pecho, para afrontar la vida cara a cara; pero aún no....; aún no
has sufrido bastante, y sientes que tus músculo
encerrados en una jaula, se tensan como cuerda de
ballesta, esperando la última
flecha de tu aljaba vacía.
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