Carrera del Darro |
Todo lo que la vida tan generosamente
le entregó, la muerte se lo roba avariciosa
Hilario Barrero.
(In tempore belli)
Recordando al Amor.
Cuando
llegué a la ciudad, las calles tenían su nombre escrito en las paredes.
Era esa
hora lúbrica, en la que se apaga el día y se despierta la soledad.
Del
cielo gris pajizo brotaban lágrimas brillantes que limpiaban las de mi cara y
pintaba las aceras de pan de oro.
Fotografié
cada rincón, con la esperanza de encontrar el aura del amor pasado, cuando subíamos
juntos de la mano, por la cuesta del Darro.
Colgué
en el Facebook una foto, sin más compañía que mis recuerdos, velados por el
tiempo de un Amor prohibido y eterno que se niega a abandonarme en los lugares
en los que fui feliz.
Solamente
el Darro, de puentes ojerosos, conocía mi secreto y en la misma puerta de
Mariana Pineda quise romper el maleficio gritando su nombre oculto a la gente
que pasaba.
No había
una espada tan afilada, ni siquiera una Torre Bermeja que quisiera acompañarme
en mi último paseo. Todo podía resultar inesperado, cualquier impulso hubiera valido
para desatar la tempestad; un roce, una mirada, un suspiro, una caricia tal vez para aliviar el
desconsuelo del momento y acompañar a mi mente solitaria por aquel corazón de
la Granada…
Bajo Albayzín. |
Guardé la cámara de fotos en la
mochila, limpié los lentes empañados con mi llanto y cuando alcé los ojos del
abismo; vi a la Alhambra que aparecía suspendida de los cielos.
Memorans Juan.
2 comentarios:
Magnífica prosa poética y, magnífica fotografía. Saludos de una paisana. María
Bueno María, Muchas gracias por ver mi blog, ya veo que eres una buena bloggera. Un Abrazo paisana.
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