Mi padre
no sabía quien era Miguel Hernández, pero estoy seguro que este
maravilloso poeta se inspiró en mi padre para escribir este poema. Isidro Bote el tabernero de la calle Paloma de Almendralejo, un hombre rudo que labraba
barbechos con su yunta de mulas y que vendía el vino cosechero que producía en
una pequeña taberna con olor a pueblo y a muerte. Lo horrible de su trabajo tan duro, no era que lo estuviera haciendo de mayor, cuando era mi padre, sino que
lo venía haciendo desde que tenía 11 años, cuando se hizo cargo de su madre
viuda, por que fusilaron a su padre en la Guerra Civil Española.
Nunca me llevé bien con él y no por que no
nos quisiéramos sino porque yo creía que él me hacía pasar por los mismo apuros
que él había pasado en su infancia. Un día cuándo yo tenía 14 años y estaba
echando uva a una máquina para hacer el vino, se acercó hacia mí y me dio una
soberana bofetada. Yo me quedé petrificado mirándole con rabia fijamente a los
ojos y él me dijo “ No me mires así que
peor hubiera sido que te la pegara un jefe por no hacer bien tu trabajo y
espabila que estás trabajando en lo tuyo.”
Aquella bofetada me salvó de todas las bofetadas que pudieran haberme
dado a lo largo de mi vida por no hacer bien mi trabajo, pero también me enseñó
que el único que tenía derecho a dármela era mi Padre, que yo era su hijo por
encima de todo y que él había conseguido unas tierras y una bodega para que yo
no tuviera que buscar trabajo como jornalero del campo. Yo no entendí en aquel
momento aquella soberana bofetada, tiré la pala y me fui corriendo a buscar a
mi madre, me eche en sus brazos llorando, mientras le juraba que muy pronto me
iría de casa. Mi Madre, de la que un día hablaré con más detenimiento, esperó a que me tranquilizará, apartó mi
flequillo rubio de la cara y apretando mis mejillas con sus manos me dijo :“hijo mío no te das cuenta que tu padre ni
siquiera podía venir llorando a su madre cuándo le pegaban sus jefes en el
campo y que él siendo más niño que tú, tenía que traer un jornal a casa para que
los dos comieran aquel día…” Volví
corriendo a nuestra bodega y mi padre estaba echando uva a la máquina, me
acerqué a él, le cogí la pala de las manos y con mis 14 años empecé a trabajar cómo un hombre.
“Hijo
mío…” , estas dos palabras encabezaban cada momento solemne, cada consejo
de vida que mis Padres intentaban darme. Tampoco es que me dieran muchos, pero
los pocos consejos que me dieron los guardo en mi corazón cómo los tesoros más valiosos. Viene a mi mente
uno que él me daba cuándo estaba un poco borrachete por el vino que vendía en
su taberna: “ Hijo mío, tu estudia para que no estés hecho un cabrón cómo yo y no
robes a nadie, pero no dejes que nadie te robe ni un grano de trigo” . Yo que tantas veces me avergoncé de la
incultura de mi padre, ahora me pregunto ¿porqué esta “panda de ladrones” que
dirigen nuestro País y nuestros bancos no tendrían un padre cómo el mío?. ¿Qué consejos les darían sus padres tan
cultos en la adolescencia, o es que acaso estos sinvergüenzas son hijos de
familias de cuatreros?. No quiero
quejarme ahora de los políticos, ni de los banqueros ladrones, no quiero pensar
ahora en el color de la crisis que asola
a millones de familias españolas, ahora solamente quiero acordarme de mi padre
y agradecerle todo lo que en vida no pude agradecerle por mi orgullo y
cabezonería.
Isidro Bote, mi Padre, que a la temprana edad
de 11 años tuvo que soportar el asesinato del suyo, a
manos de una compañía de fusileros del asesino y sádico teniente coronel
Carlos Asensio Cabanillas en el 1936 y digo asesino y sádico, no sólo por que
ordenó a sus tropas que fusilaran a los Rojos de Almendralejo , sino porque
permitió a sus soldados que humillaran a las familias de los fusilados,
rapándoles la cabeza, dándoles laxantes de caballos y violando a sus mujeres.
Mi padre sufrió todas estas aberraciones en el seno de su familia y de su boca
jamás escuché una palabra de reproche para los asesinos de su padre y los
vejadores de su madre. Él siempre intentó protegerme, no quiso nunca sembrar
en mi mente la semilla del odio y de la venganza, a pesar de que hoy, estoy
seguro, que en su cabeza siempre estuvo grabado con fuego el nombre del que
acusó a mis abuelos de Rojos, ante las tropas fascistas. Algún día tal vez me
decida a contar cómo descubrí que mi padre sabías quién acusó a su familia y
cómo mi padre tuvo a su merced el gaznate de aquel delator treinta años
seguidos, pudiéndole matar en cualquier momento y casi sin haber sido
descubierto.
Hoy
a varios años de la muerte de mi padre, todavía ni siquiera puedo terminar
estas líneas sin que las lágrimas me broten de los ojos acordándome de él, de
cómo trabajaba sus campos y cómo siendo una victima de la guerra, ayudó a este
País a salir de la miseria que otros habían provocado. Así él y tantos niños
cómo él; hijos de una guerra sangrienta, huérfanos de padres asesinados, hijos
de madres violadas, se ataron al yugo de su yunta y labraron los campos
españoles con un jefe asesino al mando. ¿Qué semillas estamos recogiendo ahora
de estos héroes de un pasado no muy lejano?, ¿Qué estamos haciendo ahora todos
juntos para levantar lo que nuestros Padres nos dejaron?. Nosotros, los hijos
de la Democracia, los que corrimos delante de los grises y construimos un
estado de derecho, los que votamos una leyes justas y ahora cometemos
injusticias. ¿Cuántos políticos de no importa que ideología pronuncian palabras
a los españoles a sabiendas que son mentiras enormes?, ¿Cómo no va a estar
harto el Pueblo Español, si hoy ni siquiera se puede firmar ni un contrato de
telefonía si temor al engaño?.
La crisis económica por la que atraviesa
España, no es tan grave cómo la crisis de valores por la que atravesamos los
ciudadanos. Todo ha estado permitido en
estos últimos años, nos hemos vendido
por un buen puestos de trabajo bien remunerado a sabiendas incluso de que no
estábamos capacitado para ello y sin importarnos siquiera el resultado que
tuviéramos. Hemos deseado para nuestros
hijos imberbes, puestos de directores de oficina bancarias que engañan a la
gente de bien, hemos parido hijos sin escrúpulos que desahucian a gente que no
puede pagar las trampas que ellos mismos les tendieron. Hemos justificado todo aquello que produjera
dinero sin importar la ética para conseguirlo.
8 comentarios:
Emotivo relato, que supongo habrás escrito con emoción al aproximarnos la figura de tu padre. De vivir, ¿qué pensaría hoy de esta España?
Saludos.
Gracias Pablo (Tomás) tal vez tu Padre y el mío pensaran lo mismo de esta España en la que vivimos.
muy bonito y emotivo relato juan,me agrada muchisimo leer estas cosas tuyas
Gracias Jose a mí me alegra mucho que te haya gustado. Esta entrada significa mucho para mí.
Cuando salió el disco lp en 1972 dedicado a Miguel Hernández enseguida me lo compré y me encantaron muchas de sus composiciones: Elegía, Romancillo de Mayo, Nanas de la Cebolla, Menos tu vientre, etc. y ésta del Niño Yyuntero. El fondo es triste pero esconden muchas biografías reales que ocurrieron en una España desgarrada. Me ha gustado mucho la historia que cuentas de tu padre...te doy un ocho y así te queda un pequeño recorrido para llegar a la excelencia, ja,ja.
Un relato que me ha emocionado profundamente, amigo juan. Hoy hace 71 años que se nos fue (de forma cruel)el sublime (para mí como todos los de la generación del 27) poeta.
Dejo aquí,como homenaje a su memoria, un poema que le escribí en el centenario de su nacimiento.
A MIGUEL HERNÁNDEZ, EN SU CENTENARIO.
Volví de la alegría
y escribo a tu recuerdo enamorado,
en un perfil perenne de tristeza.
En tu herido costado,
se introdujo la cruz de la vileza.
No menguó tu grandeza.
Tu ideal y tu lucha fue suplicio,
entre nanas y sueño de pezones.
Oscuras estaciones,
amargas despedidas
y tú, contando dientes y azahares,
bebiendo sorbo a sorbo de dos vidas
por el reducto arcano de tus lares.
Se diluyó la tarde en tu agonía
sobre un cendal de angustias clausurado.
Perdiste entre barrotes tu cayado
y sin nido lloró la poesía.
Y sin nido lloró la poesía;
ya tu pecho de miel amarillea
con el tosco perfume de la brea.
Hoy gime por tu verso el alma mía.
María Bote
Gracias Javier, Me encanta tu ocho, amigo. Muchas gracias por leer este relato que forma parte de mi pasado familiar más querido. Me costó mucho trabajo terminarlo. Y yo guardo este CD de Serrat con el mismo que cariño que tu guardas tu vinilo. Un abrazo.
Qué Bonito poema María. Muy buenos endecasílabos, buenos encabalgamientos y lleno de sentimiento, recordando a uno de mis grandes ídolos poéticos, no sabía el día de su muerte. Un Abrazo muy fuerte "Poetisa".
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