domingo, 18 de octubre de 2009

NIÑO GANIMEDES

Déjame que te cuente
este instante de júbilo;
en el que gloriosa la alegría se celebra
en las prominentes arista de su cuerpo,
rostro quebrado y piel de nácar,
barba dura y manos tiernas.

Mientras tanto, Hera plancha camisas
con lágrimas de Olimpo,
las que ahora bebe el niño
mientras devora a su marido
con su impuesta penitencia.

Zeus goza entre rizos negros
y renueva su existencia
en la juventud perfecta.
Será que un instante así
no puede demorarse y que el Águila
fenece en las llamas del amor...


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